Esas cagarrutas y esos bemoles que se ven a menudo al principio de las partituras nos amargan la vida a todos. Nos ponen en evidencia demostrando que no tenemos NPI sobre cómo leches se lee eso ni cómo se entona. Los que no nos hemos dedicado a la música en serio, (que somos los más, porque hay otras cosas más importantes en esta vida que atender, antes que la música), nos quedamos parados e impotentes ante ese muro de jeroglíficos.
Bueeenoooo…. La buena noticia es que a un cantante no tienen porqué complicarle necesariamente demasiado la vida. (A los que tocan instrumentos en los que las escalas no son trasportables, como los instrumentos de viento o los pianos sí, y mucho. A los que tocan instrumentos con escalas transportables como la guitarra, algo, pero no tanto).
A un cantante le bastan con un par de trucos de la manga para hacerse con el modo de torear eso. Bueno … dos trucos y medio.
Todos los que cantan conocen intuitivamente más o menos la escala mayor. Les puedes decir: “Por favor, cántame las notas DO RE MI FA SOL LA SI DO” y te las cantarán bien… o al menos aproximadamente. Parece que lo llevemos en los genes, aunque en realidad es resultado de nuestra asimilación cultural. Suenan “alegres”, despreocupadas y con confianza en el final, y por eso hay tantas canciones con esa tonalidad. A la gente de nuestra civilización le gusta más estar alegre que estar triste, (no es así en todas). Todo el mundo conoce el refrán “quien canta sus males espanta”. Y ya sabemos cómo lo cuentan Vinicius y Carlos Lyra… Repasamos una tonadilla en tonalidad mayor y nos encontramos mejor, y podemos plantar cara a las dificultades de la vida mejor. Por eso estamos en un coro. Por ese extraño efecto terapéutico que no nos acabamos de explicar, pero que funciona. Si tocas en un piano, con las teclas blancas, esa secuencia de notas comenzando por el do suena esa escala, que desde hace unos pocos siglos es nuestra escala musical por excelencia. Se la conoce como “escala mayor natural”, y en ciertos ambientes, como “modo jónico”.
Sin embargo ¿Qué pasa si esa misma secuencia de notas la tocamos comenzando por un La? Vaya … ya no suena tan optimista. Suena un poco a lamentación resignada, pero no demasiado lastimera. Parece como si quisiéramos decir: “Hay que tomarse las cosas con cierta seriedad para que funcionen bien”. O a lo mejor es esa «saudade» de la que hablan los sambistas. Aunque esta no es nuestra escala musical por excelencia, nos gusta también, y la usamos mucho para matizar algo como una afirmación de nuestra seriedad. Se la conoce como “escala menor natural”, y en aquellos mismos ambientes que hemos mencionado antes, como “modo eólico”.
NOTA: La escala mayor jónica estuvo en cierto modo proscrita durante muchos siglos de nuestra cultura por la Iglesia. Se la conocía como «modus lascivus» y se la tenía como relegada solo a fiestas y celebraciones populares. En el Siglo XVII comenzó a emplearse en ambientes más …»cultos», yendo su uso a más. Tal vez Bach tuvo algo que ver con ésto.
Cada civilización ha desarrollado sus escalas musicales, En unas culturas han predominado unas escalas y en otras, otras. Y de alguna forma han influido e influyen en los sentimientos, (o tal vez sería mejor decir: expansiones sentimentales), que las personas de esa civilización se permiten tener, incluso probablemente han influido en su entonación al hablar, y en consecuencia, en el curso que siguen las conversaciones y a dónde les llevan. En occidente tenemos unas cuantas, heredadas de las culturas que nos han precedido, aunque predominantemente han quedado las dos que hemos mencionado, la que se conoce como “escala mayor” (do-re-mi-fa-sol-la-si) y la “escala menor” (la-si-do-re-mi-fa-sol). Podríamos llamarlas “la alegre y la triste”. Como he dicho, hay bastantes más, (En la Grecia clásica, cada región tenía la suya propia, y se tenían contabilizadas al menos 7, por eso se hablaba del “modo jónico”, “modo frigio”, “modo lidio”, etc… pero por ahora mejor no perdamos por ahí. Quedémonos con que Do Mayor y La menor tienen exactamente las mismas notas, pero tocadas comenzando desde sitios distintos.
También quedémonos con que la escala de La menor es la RELATIVA MENOR de Do mayor. (Y del mismo modo, Do mayor es la RELATIVA MAYOR de La menor). Esto es importante.
… Y resulta también que La y Do están separados por un intervalo de tono y medio, (o lo que es lo mismo, tres semitonos). ¿No? (La-la#-si-do). O sea, que podemos deducir que para cualquier escala mayor jónica hay una escala menor eólica tres semitonos más abajo. Tomad nota de esto también, que va a ser importante más adelante.
El efecto ya sabéis que es ser algo más seria o tristona. Pero técnicamente Imagino que ya os imagináis en qué se diferencia una escala mayor de una escala menor. ¿Qué es lo que hace esa diferencia? Para los que no lo tengáis claro os lo digo: LA TERCERA. (Aclaración: Una tercera es la nota que va en tercer lugar sobre la tónica. O sea, en una escala donde la tónica fuese un Do, la tercera sería un Mi). Si ese Mi lo hacemos natural, (a 4 semitonos del Do), sale una escala mayor, alegre. Si ese Mi lo hacemos bemol, (a 3 semitonos, o lo que es lo mismo, a tono y medio), sale una escala menor. Comprobadlo en cualquier piano que tengáis a mano… y si no aquí os pongo uno… https://teclado-pianovirtual.online . Lo cierto es que es buena cosa que podamos manejar escalas mayores y menores, y si tenemos buen gusto podemos combinar ambas en una misma pieza, le resta un poco de coherencia, pero comienza a hacerla más interesante y no nos aleja demasiado de la realidad. (que demasiada tonalidad mayor empalaga, y demasiada tonalidad menor deprime). Sabiendo usar a su debido tiempo unas tonalidades mayores o menores, life can be a groove, como dice sabiamente Karrin Allyson…
TRUCO 1: LOS SOSTENIDOS
Por otro lado, para una determinada canción, a lo mejor nos puede interesar cantarla en modo mayor, pero no necesariamente desde Do, sino desde otra altura, ya sea porque nos viene más cómodo a la garganta, o porque a los instrumentos que nos acompañan les viene mejor tocarla ahí, y no nos vamos a pelear con ellos porque se van y nos dejan pelaos….
Pongamos que queremos cantar la escala mayor, pero desde La, (o sea, un La mayor). Intuitivamente lo tenemos sencillo. Que nos den el La, y a partir de ahí cantamos la escala mayor de toda la vida, pero a la hora de tenerlo escrito… buf! … las notas que cantamos, en lugar de ser LA SI DO RE MI FA SOL tendrían que ser … a ver… LA SI DO# RE MI FA# SOL#. Vaya … ya empieza el lío. Ponerlas en cada nota en la partitura la va a ensuciar mucho. Mejor anunciar al principio que Do, Fa y Sol son sostenidos. Para eso ponemos esas tres cagarrutas al comienzo de la partitura que dan a entender que Do, Fa y Sol van a ser siempre sostenidas, y arreglado. Acabamos de inventar ese armatoste maléfico e infernal que da de comer a los profesores de música desde hace siglos, LA ARMADURA. (La verdad es que el nombre le va bien, jeee…)
Y ahora viene el truco: LA TONALIDAD DE LA CANCION ES SIEMPRE MEDIO TONO POR ENCIMA DEL ULTIMO SOSTENIDO. O sea, que si la última cagarruta, (quise decir, sostenido) está en un Sol, (es decir, un sol sostenido), la tonalidad será … medio tono por encima —> La mayor. Si la última cagarruta, está en un Re, (Re#) la tonalidad es Mi mayor. Mira qué fácil. Cantamos la escala mayor desde Mi, y esas son las notas que tenemos que cantar en esa partitura … hasta nueva orden.
Aparte: Los sostenidos, (vamos a llamarles así a partir de ahora, que lo de las cagarrutas se vende poco) en la armadura siempre se ponen en el mismo orden: FA DO SOL RE LA MI SI. Comprobadlo. En todas las partituras están en ese orden. No es mala idea aprenderse esa secuencia (secreto de los sacerdotes del templo de Euterpe), para futuras contiendas, además, un valenciano puede encontrar un buen mnemónico ya que si hace sol te encuentras bien, te relames de lo bien que te encuentras, ¿no? sí. Vale pues “ quan FA DE SOL te RE LA MI SI).
¿Que porqué es esa secuencia? Esa es otra historia … mejor otro día. Ahí os dejo las armaduras de sostenidos con sus consecuencias sobre la tonalidad. Las de la segunda fila, os las dejo como ejercicio, para que las rellenéis vosotros.
La segunda parte del truco es que como resulta que, como hemos dicho antes, existe una cosa llamada “relativas menores”. O sea, que La canción que está en La mayor, está también en Fa# menor. ¿Cuál de las dos es? Depende de la nota sobre la que vemos que gira la canción, o más bien, de la nota en la que termina. Juan Cuenca me comentó una vez que todas las canciones terminan siempre con la tónica. Es lógico pensar que sea así, ya que en cada canción contamos una historia, desde un punto de partida de estado de ánimo, y terminamos en ese mismo estado de ánimo. Eso le da una unidad narrativa y una coherencia. Por supuesto, que -esta era mi objeción a Juan- si el compositor es un gamberro, -que los hay- puede elegir terminar en otra nota… pero os invito a que encontréis una canción de éxito en la que eso suceda.
O más sencillo: Depende de si es alegre o si es tristona. Si la canción es tristona con toda probabilidad será la tonalidad menor.
A un pianista le puede llevar cierto trabajo acostumbrarse a poner los dedos en las teclas negras para unas determinadas notas en una canción, (bueno, hasta que se les queda grabado a fuego para siempre lo que tienen que hacer en cada tonalidad). A un flautista o un clarinetista también, porque tiene que acostumbrarse a tapar agujeros diferentes. Imagino que por eso es tan difícil dominar esos instrumentos. A un guitarrista puede que le baste con correr la mano izquierda tres trastes hacia la derecha. (Hay mucho guitarrista no profesional, eso que tiene la guitarra) Pero un cantante… ¡Un cantante no tiene porqué preocuparse de nada de eso!. Una vez conocida la tonalidad solo tiene que seguir su intuición y su feeling… (y estar un poco atento a si hay nuevas ordenes en la partitura, joer… un poco sí que hay que intentar leer, tampoco es mucho pedir, aunque contaban que Pavarotti hizo toda su carrera sin saber leer una nota – me lo creo. De todos modos, creo que a estas alturas la mayoría de nosotros no aspiramos a ser Pavarotti).
Vamos con los bemoles. Pero os anticipo que el truco para los bermoles es mucho más sencillo que para los sostenidos.
TRUCO 2: LOS BEMOLES
Si la armadura tiene bemoles sólo hay que saber una cosa: LA TONALIDAD ES LA DEL PENÚLTIMO BEMOL, y ya está, punto.
Como veis, la secuencia es la inversa a la anterior. (Antes era FA DO SOL RE LA MI SI). Ahora es SI MI LA RE SOL DO FA. No es tan difícil de aprender: las notas son similares ¿no?, vale pues SIMILAREs ya tenemos las cuatro primeras. ¿Y las otras tres? ¿sodofa? Jolines… después de todo lo que habéis aprendido no es mucho pedir aprenderse la palabrita «sodofa«… suena resultona, (bueno… casi suena un poco subida de tono…) . O sea, que tenemos la palabra: «similaresodofa«.
Vale… ¿Qué pasa cuando solo hay un bemol, (el Si)?. Bueno… a ver … la secuencia da la vuelta, es decir similaresodofasimilaresodofa… Está claro que antes del Si va el Fa ¿no? Pues ya lo tenemos: Fa bemol mayor.
Lo que antes dijimos para los relativos menores se sigue cumpliendo aquí también. ( son tres semitonos por debajo). O sea, que…
- Si bemol mayor = Sol menor
- Mi bemol mayor = Do menor
- La bemol mayor = Fa menor
- Re bemol mayor = ……………. (rellénelo vuesa merced mismo si tiene a bien hacerlo)
- Sol bemol mayor = ……………
- Do bemol mayor = …………….
- Fa bemol mayor = ……………
Aquí entre nosotros … Este sistema de notación es un auténtico ladrillo… infumable para el 80% de la gente. ¿No podían haber inventado algo más sencillo?
Poz zi…
Bueno, parece ser que para mantener una continuidad con todo lo que se escribió desde que Guido d’Arezzo, allá por el siglo XII inventó la notación musical no ha habido otro remedio. Y al final ha terminado convertido en una estructura de signos bastante cuestionada, y que hace el aprendizaje de la música bastante difícil. Incluso puede ser traumático, la verdad sea dicha. Hay muchas vocaciones y aficiones echadas a perder por culpa del puto solfeo. Tal vez el trágico error consistió en hacer que la unidad de intervalo fuese el «tono», cuando debería haber sido el semitono. Todos los intervalos -o tonos- de la escala diatónica son de 2 semitonos, excepto el que hay entre el si y el do y el que hay entre el mi y el fa. Estos son de un semitono. Esto es un poco … en fin. Eso crea una escala de 7 notas que funciona bien con la tradición pitagórica, y que produce una música bastante más asequible que la música árabe, por ejemplo, que tiene 24 notas. Y nosotros, con solo nuestras 7 notas, y sus 5 alteraciones, (bemoles y sostenidos), se han hecho grandes y conmovedoras piezas que enamoran también al resto de seres de este mundo, (incluidas las vacas) …… y que tal vez no habrían sido posibles de otra forma. Tal vez porque al asociarse durante siglos este sistema al poder de la Iglesia, y haberse producido las reacciones posteriores, pero manteniendo la notación que en su día adoptó la Iglesia se han producido variedades enormemente interesantes. Pero desde otro punto de vista, una escala de intervalos iguales, (la escala cromática, de 12 notas, es decir 7+5), habría sido más fácil de manejar -no habrían bemoles, ni sostenidos, ni armaduras- para todo el que desee iniciarse en estos misterios…. aunque tal vez si fuera así, dejarían de ser tales misterios, o tal vez la producción musical habría sido más caótica,… o bien no interesa … o a lo mejor perdería su gracia … No sé. Las cosas se han desarrollado así. Podían haberse desarrollado de otra manera. Pero del cualquier modo, el hecho es que aquí es donde estamos. Y tampoco suena nuestra música tan mal. Curiosamente, sistemas musicales con aún menos notas, (El blues y sus derivados están edificados sobre todo sobre la base de las escalas pentatónicas), han dado lugar a géneros y producciones que todavía nos gustan más. Por lo que desde el punto de vista de lo atractiva que pueda llegar a ser una música, (lo cual es importante, porque sin oyentes la música se convierte en un acto algo masturbatorio), no parece que tener más tonos sea más conveniente, sino más bien lo contrario.
Pero hoy por hoy no queda otra que pasar por el aro, o convertirte en un outstreamer. Pero sí que es cierto que es posible emplear sistemas de notación más sencillos. A título anecdótico os paso el enlace de una publicación de la persona que me da clases a mí desde hace unos pocos meses. Lo cierto es que aprender música y a tocar instrumentos sería otra cosa… aunque habría que hacer los instrumentos diferentes, también, o sea, que … está difícil… http://tenor2015.tenor-conference.org/papers/02-PerezLopez-Bigram.pdf
Está claro que las preferencias musicales forman parte de los signos de identificación de grupos y tribus humanas. Esto es interesante, y da pie a muchos posibles estudios.